Restaurar la histórica taberna y restaurante El Rinconcillo me ha dado mucha alegría y mucha satisfacción, una tarea difícil de realizar con un argumento tan “intimo” y delicado por los dueños y la ciudad entera, me sentí halagada y emocionada, por fin algo deseado años se realizaba. Desde que pinté las persianas exteriores del Rinconcillo, deseaba poner manos al techo. En esta época, me sentía todavía más restauradora que artista y este lugar me emocionaba, porque olía a historia y tradiciones… Recuerdo la mañana que fui a presentar el trabajo de “grafiti” en las persianas, Javier Rueda me miró diciendo: “Alexandra del Bene, bienvenida! He leído todo sobre ti, estaba solamente esperando el momento para contactar contigo” y seguí felicitándome los trabajos hechos por la ciudad.
Se quedó encantado de mis graffitis en sus persianas y empezamos hablar del restauro del techo, pero cada año se aplazaba al año sucesivo, hasta este mes de junio donde finalmente concretamos. No fue sencillo presupuestar un trabajo de este nivel sin poder tocarlo antes y además me pidieron también el restauro de todo el mobiliario de madera hacia el suelo…sin pensarlo dos veces acepté el reto, sin miedo sin duda. Ya saboreaba la gorda oportunidad que se me presentaba de meter a prueba toda mi ganas y mi saber hacer. Para que Javier y Carlos se pusieran tranquilos y que lo iba a terminar en tiempo, le dije que eventualmente habría llamado ayuda. Resultó finalmente que la chica que pensaba llamar ni me contestó y el otro, mi plan B, resultaba trabajando fuera de Sevilla… total yo y yo lo íbamos a terminar.
Las indicación específica antes de comenzar atrabajar fueron por Carlos: “tal y cual” ni más ni menos y por Javier ni esto, confirmando su profundo respeto y estima por mi profesionalidad y talento. Ha sido un trabajo difícil de realizar y me he encontrado con alguna parte especialmente dificultosa por varios motivos: uno, lo más importante, fue de conseguir sanear sin arruinar y el otro, más técnico, debido al mal estado del techo, ulteriormente perjudicado por una intervención hecha hace 30 años.
La tarea era gorda, iba a cambiar totalmente el colore, de marrón nicotina a blanco roto…el reto era notable! Tenía que conseguir que parecía así de toda la vida….no me podían hacer más feliz…con lo que me gustan a mi estos tipo de retos!!! Pero tranquilos, no iba a la ciega, eran años que lo tenía visualizado, aún si, entre hacerlo y pensarlo hay diferencia, pero, ya sabía por dónde iba y estoy cierta que Javier en esto tenía confianza.
El techo como dicho, estaba empapado de nicotina y de grasa de lo que se ha fumado en siglos en este local tanto que casi desaparece el dibujo y que fue de alguna forma protegido con una capa de barniz trasparente. Esta “protección”, si de una forma ha permitido guardar el dibujo de otro lado, ha arruinado definitivamente su valor histórico, no permitiendo la restauración en la esencia más noble del término. Bien sí, ha obligado a realizar una fiel reproducción del dibujo original que ha sido todavía más complicada de lo previsible. El techo así barnizado presentaba también una buena capa de nicotina y grasas que he tenido que limpiar y lijar por completo, para abrir los poros, prestando atención a no quitar el dibujo abajo, del cual ha sido analizado el pigmento de los colores (cogiendo con bisturí de quirófano algunos trocitos) para conseguir reproducirlos lo más fielmente posible. Cada día que permanecía en cima del andamio, el dibujo y los colores se me hacían más nítidos, aunque los horarios en los cuales trabajaba no me facilitaban el compito, la luz de las 7 de la mañana no era la más adecuada para la búsqueda del dibujo y de los colores. Tarde’ casi una semana en arrancar, entres la búsqueda de los colores también lo de las estanterías, que parecían iguales y que pero no lo eran, los muebles de roble encima de los cuales se come, la organización del trabajo…pero creo que la parte más difícil fue enfrentarme a una cuadrilla de 12 albañiles que andaban cada uno a su bola. Sí, creo que esto ha sido la parte más dura del trabajo. Jajaja!
Desde la segunda semana empecé a pleno ritmo, limpiando, lijando, quitando polvo, estucando agujeros con masilla, lijando otra vez y calcando exactamente el dibujo original donde había y reproduciendo lo que se había perdido con rotuladores especiales que luego eran absorbidos por la pintura nueva del techo y se quedaban como hacer de líneas básica para luego realizar el dibujo “ex Novo”. He intentado reproducir exactamente las flores, las líneas, todos los detalles iguales a los que estaban, con todas sus irregularidades y diversidades, para mi hacer una plantilla y repetir seria estado más fácil y más rápido, pero estoy segura que no era lo que los Rueda querían, ni yo, aún si mis espaldas cada di echaban más humo! A lo largo de la segunda semana casi lo tenía dominado, pero el miedo de no cumplir con los tiempo me hice pedir a Pepe, camarero de toda la vida de El Rinconcillo, devenido en esos días mi compañero de aventura, a volver el domingo siguiente. El lunes de la tercera semana por fin vi el techo acabado. Aunque faltaban solamente todas las estanterías a 360 grados, los escaparate, los muebles de abajo, la celosía y el otro trabajo más que se había juntado con las paredes de arriba, entre limpiar estucar y pintar, todavía quedaba mucho, pero ver este techo así terminado y así bien logrado, me daba la sensación de estar ya a la vuelta de la boa. Ya la subida había terminado, desde entonces era todo un bajar… también del andamio por fin!
La dificultades de este restauro han sido muchas, entres todas la barra del bar que no me permitía mover el andamio y he tenido que realizar todas las fases desde cero para cada bóveda, desde la limpieza, al lijar y sanar la superficie, el “rescate” del dibujo, y todas las fases de repintura de la obra pictórica. De todas formas estoy muy satisfecha del resultado final. La elección de los colores, los materiales y la técnica utilizada para realizar el trabajo…un equilibrio entre acertar y no acertar muy sutil con un límite de tiempo y condiciones que no me permitían errores. Creo que aquí ha contribuido mucho mi experiencia de tantos años como restauradora y también un fuerte sentido de responsabilidad junto a una buena dosis de ser una chica atrevida.La confianza que Javier tenía en mí me ha dado fuerza y estímulos, ninguno de los dos habíamos duda en el resultado. Pero, la cosa que me ha satisfecho más de todos ha sido escuchar la motivación por la cual me habían elegido: “esto trabajo Alexandra, no lo hace cualquiera:” me dijo Javier. Esto llega y te llena como persona y como profesional. No he estado un mes trabajando en solitario en el local del El Rinconcillo propio no. Había una cuadrilla de albañiles y pintores de brocha gorda que me dieron bastante tela que aguantar, pero cuando todo el mundo era metido en lo suyo, yo disfrutaba muchísimo sobre el andamio, testa arriba con mis pinceles de pelo de cochino con mucha historia en sus pelos, los mismos con los cuales había restaurado castillos y palacios en la Toscana cuando vivía allí. Con estos pinceles iba dando vida a el antiguo dibujo de quien sabe pintor español, su arte volvía a lucir por medio de la mía. Bonita sensación esta.
Tenía conciencia que estaba haciendo algo grande, importante por mí y por Sevilla. Con este trabajo además, mi nombre se pegaba de manera “eterna” a la vida de El Rinconcillo. Un poco como devenir de alguna forma inmortal, no propio como Velázquez y Picasso, pero por el camino! 🙂 Pensando en esta graciosa comparación ese domingo, me reí de felicidad un bel rato. Lo logrado merecía el esfuerzo que estaba haciendo. Las sensaciones que me transmitió la gente que vió el resultado antes de todos el mundo eran maravillosas! En los días previos a la reapertura de el restaurante El Rinconcillo, ya había salido algo en las redes sociales, yo por primera daba cada semana mi “WorkInProgresss!!!” subiendo fotos de los trabajos que estaba realizando y todos mis seguidores y amigos estaban encantados de cómo iba saliendo y me animaban mucho aun desde la playa, mientras lo que se habían quedado en Sevilla, viendo la tela de trabajo que iba llevando por el día, me cuidaban llevándome en lugares hermosos a cenar por la noche. Unos días antes la reapertura, el periódico independiente digital SevillaInfo.org , sacó un artículo por Pilar Fuerte que fue retwitteado por periodistas y fiel clientes del establecimiento desencadenando unos cuantos entre chistes, dudas y comentarios sobre el resultado. Aunque en el artículo se dijeran maravillas sobre mis capacidades y sobre el trabajo hecho, las dudas perduraron hasta cuando abrí el pasado 23 de Agosto y los comentarios fueron esta vez de relajada maravilla.
Casi nadie, se daba cuenta del cambio o se acordaba en qué condiciones estaba el techo antes de mi intervención. Todo parecía como “de toda la vida”, la prueba estaba superada! y ya estaba proyectada en mis próximos proyectos por el hecho que mientras trabajaba en El Rinconcillo resultaba que fue contactada por el talentoso joven torero sevillano Pablo Aguado, que tenía la intención de hacer el paseíllo de la histórica corrida Picassiana de Málaga con un capote pintado por mí, desafortunadamente se quedó infortunado unos días antes y no pudo torear y por voluntad de la suerte, pasó que alguien habló de este capote al otro joven y talentoso torero que sustituyó a Pablo: David de Miranda que me pedí lucir el capote en el paseíllo entre los Maestro Manzanares y el Juli. Efectivamente parece que no pasó de ser percibido y estoy teniendo unos cuantos ordenes desde varios país del mundo , México incluido y en esto estoy. Tengo la exposición de los cuadros Adán y Eva en el Bar 17 del Hotel Doña María, algo en el restaurante Aníbal en Calle Amor de Dios. Por lo que son mis proyectos de Arte Urbana, la Comisión Ejecutiva para la conmemoración del “V centenario de la primera vuelta al mundo de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano” acaba de aprobar mi proyecto para realizar el Graffiti Histórico más largo del mundo.